Pasadas las 21.30 horas, tal como estaba pautado, Dave Grohl y compañía irrumpen sobre el escenario del José Amalfitani. El público los recibe instantáneamente en un estado de euforia generalizada, una demostración cabal de lo que Foo Fighters representa en esta parte del mundo, a base de 23 años de carrera y dos visitas anteriores al país (su debut en 2012 en el River Plate y en 2015 en el Estadio Único de La Plata).

Esta vez, la excusa para volver a abrazar a sus fanáticos argentinos es la gira de presentación de su séptimo y último disco de estudio Concrete and Gold. «¿Les gusta el rock and roll? Yo se que ustedes han venido en busca de eso», afirma el ex baterista de Nirvana luego de despuntar «Run», canción de su nuevo trabajo de estudio, seguida por la salvaje y efectiva «All my Life».

Está claro que su pregunta no fue para nada capciosa ya que durante tres horas de concierto el frontman de los Foo conducirá a esta verdadera máquina aplanadora, y a un estadio colmado, por un espiral de emociones vertiginosas basando su golpe de efecto en un listado de temas que fue mezclando canciones nuevas con inoxidables clásicos como «Pretender», «My Hero» y «Learn to Fly».

Pero sobre el escenario no solo encontramos como protagonista absoluto al carismático Grohl, verdaderamente uno de los arengadores más impresionantes que uno puede cruzarse en vivo, sino que además el baterista Taylor Hawkins sobresale con una performance ágil y arrolladora, que por momentos pasa a un primer plano cuando la plataforma donde se encuentra ubicada su batería se eleva unos seis metros del escenario o cuando toma la posta de la voz principal en la canción «Sunday Rain».

Además, tenemos a la dupla de guitarristas integrada por el siempre sonriente Pat Smear – otro ex Nirvana – y Chris Shiflett quienes se hacen cargo de la secciones rítmicas y solos, sumando el discreto perfil de Nate Mandel en bajo marcando el pulso de cada canción parado casi en el fondo del escenario.

Con la oscura «The Sky is a Neighborhood» el grado de orquestación de la banda aumenta de forma notable; «Rope» sigue siendo ese himno poderoso siempre bienvenido; mientras que «Walk», «These Days» y «Breakout» funcionan con sus riff elevados, punzantes y estribillos de estadio.

Pero todavía falta una gran sorpresa para la noche, una sección de distintos covers de la talla de «Under my Wheels» de Alice Cooper, «Blitzkrieg Bop» de Ramones, un amalgama entre «Imagine» de John Lennon y «Jump» de Van Halen, y «Under Pressure» de Queen (con Grohl por única vez en batería y Hawkins en voz).

Mientras la lista de temas programada llega a su final, Grohl pregunta en varios oportunidades si quieren la última. Obviamente el público se niega, pide más y él responde con «Big Me» y «This is a Call», siendo las últimas del repertorio antes de abandonar el escenario, para luego darle paso a los bises.

Con «Best of you» y «Everlong» dieron por concluido uno de los mejores conciertos de Foo Fightres en Argentina, marcando a fuego en la memoria de todos los presentes el nuevo rumbo que supieron delimitar, alejándose por momentos de aquella versión únicamente grunge y rabiosa para renovar su sonido a los tiempos que corren y, aun así, seguir siendo una de las bandas de rock más importantes de la actualidad.


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