Hay una fogosa relación entre la mujer y sus dulces.

Engullir helado sollozando por el amor perdido, recibir cajas de bombones o tomar el té con amigas son costumbres indiscutidas de nuestro género. En Japón, por ejemplo, los dulces son un vicio tan femenino, que en los restaurantes los hombres no reciben carta de postres. En Medio Oriente, en cambio, las mujeres se reúnen a solas a consumir escandalosas cantidades de sorbetes de agua de rosas y masas especiadas de miel con nueces. Y aquí y ahora, cada vez que el celibato nos sorprende, nosotras nos consolamos con helado, y los hombres ahogan sus penas en alcohol. Quizás por eso las monjas se hayan dedicado con tanto empeño a la repostería y los monjes, en cambio, a producir sidra, cerveza o licor.
Por todas estas razones, asumo que quien elige comer dulce de leche del pote o zapallo en almíbar con quesillo no puede ser la misma mujer. Nuestras decisiones pesan, dicen quienes somos.
En una heladería, supongamos, si una mujer pide vainilla y mousse de frambuesas, probablemente es clásica y equilibrada, pero interesante. En cambio, si elige un helado de chocolate y frutilla, es una irremediable simplona sin vuelo que sueña con llegar en mateo a su casamiento.
Aquellas que piden granizado o crema del cielo sin duda son infantiles, caprichosas e inmaduras, y las que eligen sólo chocolate amargo son decididas, intensas y muy seguras de sí mismas.
Un caso aparte son las que piden durazno, menta granizada o crema flan: son impostoras artificiosas llenas de trucos y mentiras, tanto como aquellas que piden un año kiwi, luego Citrus cream, después mascarpone con frutos rojos y ahora mousse de maracuyá, porque viven pendientes de la moda y no conocen su paladar.
Otro caso es el de la que pide mousse de chocolate italiano granizado con almendras y nueces y super dulce de leche con marroc. Inevitablemente es una pesada y melosa, que festeja los cumple-mes y regala cachondos perros de peluche.
Por último, mi recomendación para quienes salgan con una mujer que pide un helado de quinotos al whisky y yema quemada es que le paguen el helado y se vayan corriendo. Probablemente es una loca problemática imposible de conformar.


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